jueves, 26 de febrero de 2015

Feliz cumpleaños Gabriel! 3 Años de alegrias

Feliz cumpleaños Gabriel!  3 Años de alegrias






Hace un año, arrancó la que para mí, ha sido una de esas experiencias extremas, nunca imagine lo vertiginoso que pasan los minutos y las horas, en un abrir y cerrar de ojos todo un día, el 18 de febrero de 2012, el medico entró a trabajo de parto a mi esposa, lo que comenzó con ansiedad a las 7 de la mañana pensamos que seria algo rápido y terminó en la mejor aventura de mi vida, después de todo un día.

Como les decía llegamos a la clínica sobre las 7 de la mañana para aquello del papeleo y el ingreso de mi esposa, la mañana transcurrió en relativa calma, con algo de dolores para ella y mucho sueño, mientras yo la acompañaba lo único que se me ocurría era, como será, estarán bien?…sobre las 12 del medio día, el doctor le reventó fuente, fue ahí donde comenzamos a dimensionar las cosas como irían.

Sus dolores eran fuertes, contracciones grandes pero su dilatación era lenta, era ya medio día y por orden medica nos separaron ante la solicitud de medicamentos para el dolor, ella entró en un área solo para partos, un sitio aparte de la clínica, habituada solo para que la madre este concentrada en el proceso de dilatar y pujar, al entrar a ese sitio perdí contacto con mi esposa, la incertidumbre se apodero de todos nosotros, en lo que ella me cuenta, preguntaba, dormía, la presión era grande, poco a poco y con el paso de los minutos ese sábado iba trascendiendo, para mi lento, para ella mucho mas, ante los fuertes dolores, veía como pacientes que entraron después de ella ya tenían en sus brazos a su hijo, felices gozaban de su primer amamantamiento, mientras tanto la epidural, el dolor y el cansancio eran el tópico para ella, dice mi esposa en sus relatos que le pedía a las enfermeras una “recarga” o una “sobredosis“ de medicamento para aliviar en algo su padecer.

Mientras yo atendía las llamadas de familia, curiosos, amigos, gente lejana que solo preguntaban por el bebe, yo solo respondía “aun no teníamos noticias”, entre el corre corre, traiga esto, lleve esto, medio si pude almorzar, tenia nervios, días antes el ginecólogo y mi esposa me pidieron entrar al parto, debía hacer un curso rápido para saber que iba hacer, medio confiado repasaba cual iría a ser mi papel, solo de una estatua mas mientras el bebe nacía para darle apoyo moral a mi esposa, no entorpecer el procedimiento y ver la carita de ese ángel asomando a la vida.

Tenia muchos nervios, días antes por mi irresponsabilidad adquirí una gripe fuerte, los mocos y el malestar estaban a la orden del día, sabia que era posible no poder entrar al parto, pero en mi mente aun ahí seguía, la meta de estar presente, ese era mi puesto, al lado de ellos dos, no podía faltar, tomaba cuanto remedio me recetaban, así pues llegue a este día.

Serian eso de las 4 de la tarde y pidieron hacer el papeleo de la habitación donde reposaría en su primera noche mi esposa y el bebe, dándome un cuarto en el piso 5 recuerdo, tenia que subir y bajar constantemente escaleras realizando tramites, mi hermano, fiel escudero, siempre estuvo para arriba para abajo a mi lado, nuestras familias, Pachón Barbosa estábamos mas unidas que nunca, solo estábamos tensos por que por en el tiempo que transcurría solo sabíamos las mismas frases que salían de la boca de la enfermera cada hora “esta bien, esta en proceso, en cualquier momento puede ser!”.

Algo surgió y recuerdo que esa habitación tuvo algún inconveniente y me llamaron de urgencia nuevamente a recibir en el piso 6 la habitación 601, en ese tramite arrancó de golpe a acelerarse todo, aun recuerdo cuando tan solo estábamos firmando los papeles de recepción de la habitación con mi hermano y de golpe apareció de la nada una enfermera jefe corriendo y diciendo “papá llego el momento”, me tiró sobre la cama delantales asépticos y me repitió “tiene 5 minutos para cambiarse, lo espero al final de pasillo llegó la hora!”, me cambie como pude, a un recuerdo a mi hermano pidiéndome el reloj y la argolla de matrimonio en el pasillo antes de bajar a lo que sería la montaña rusa de las sensaciones.

Llegué por el pasillo a un gran ascensor en el centro del hall, estaba nervioso, la enfermera me miro y me dijo “tranquilo!”, hasta ese punto solo pensaba que por mi gripe no me fueran a sacar, pedía a Dios que mi malestar no fuera notorio o impedimento, en eso me dijo “yo no voy con usted, usted baja solo, arriba los espero, usted ya sabe que hacer” y me mando oprimiendo de golpe el botón.

Miré las platinadas paredes de esa caja de metal mientras bajaba y pensaba “y ahora que hago?”, pregunta que no tuve mucho tiempo para responder, mi respiración y mi pulso se aceleraban de la impaciencia, simple seguir el procedimiento, -. Entre, lávese las manos, quédese quieto, no diga nada y no mire a las mujeres que están ahí en la sala, sencillo, para mi, en mi primer parto!

Por fin vi a mi esposa al final de la sala ya acomodada, mas preocupada por mí que de ella, en medio de su dolor me recibió “amor, no voy a poder” enseguida le di palabras de aliento.

A los 5 minutos llego el medico, “y tu que haces aquí, quien te bajo?” Preguntó algo molesto, “...y Lorena que hace en sala de partos ella aun no estaba lista, aun le falta”, Glup pase saliva y ahora?, después de examinarla, le dijo “bueno vamos a ayudarla, ya que estas lista, le repitió dándole animo y fuerza a mi esposa”

Los minutos eran intensos, reinaba una cierta calma en medio del stress de momento, me hicieron seguir y en mi entrenamiento me dijeron quédese quieto, es decir no se mueva, su sitio es la lado de la mamá, si se desmaya o pasa algo con usted nadie lo va a salvar, la prioridad es el niño! Y así fue, no me desmaye, no me “moribundie”, ni nada, al contrario el ginecólogo lo primero que dijo fue “bueno ayude a su esposa a pujar, este momento es de los dos” y enseguida comenzó para Lorena el momento mas doloroso y deseado de su vida, el bebe no había terminado de coronar, el médico intervino, así comenzó todo mas rápido entre contracciones, pujos, lagrimas y dolor, después de 3 pujos asomo la testa hasta ese momento el desconocido y deseado bebé.

En un abrir y cerrar de ojos estaba ese osito de juguete, cual pequeño y débil, todo peludo sobre el vientre de mamá llorando y me pidieron cortar su cordón umbilical, momento solemne! Para lo cual tampoco había estudiado no por negligencia sino por que nadie me dijo lo que haría.

Pero ahí no para esto, volvió a pedirme que no me quedara quieto que ayudara a limpiarlo mientras él realizaba el menester pertinente de su oficio, una vez en manos de la enfermera y sin los kilos de grasa pegada que tenia en todo el pelo de su cuerpo, me dice “ bueno vaya a ese saloncito con la enfermera y ayúdele a arreglar a su hijo”, señalando un pequeño cuarto contiguo a 3 pasos, tuve la oportunidad de cargarlo y en ese instante la eternidad del tiempo paso por mi y se congelo!, Gabriel abrió sus ojos, cruzamos nuestras miradas, un instante santo, de esos que muy poco se dan en la vida, todo pasaba alrededor en microsegundos pero sabíamos que ese momento de contemplación era uno del otro, agradecí y aun lo hago, a Dios por tan bello momento, nunca había experimentado esto, ese instante fue como saltar al vacío y ver la gracia divina, pero la enfermera me interrumpió, diciendo “hay que arreglarlo, me ayuda?” y ella se retiro mientras iba por unas gasas, terminé yo metido, solo en aquel salón, contemplando el misterio maravilloso de la vida humana , limpiándolo, arreglándolo, cambiándolo, dejándolo lo mas bonito posible para presentárselo en cuerpo y alma a su sufrida madre, y en ese momento entendí por que solo el dolor de una madre es el que paga todos los pecados. 

Para ese momento el tiempo había vuelto ya lentamente a volver a su normalidad, recién caía en cuenta que todos corrían a mí alrededor.

Ya había nacido mi hijo Gabriel, hora de llegada 6:08 pm.

Vestidito, limpio, despierto, peludo, así se lo presente a mi esposa y le sonrió!, para ese momento si estaba listo, era el momento mas importante, presentárselo, ella quería un “retrato chiquito” y aquí estaba, cumpliendo mi deber de esposo.

Hoy Hace un año, mi esposa y yo estamos aprendiendo a ser padres, disfrutando a nuestro muy querido hijo, escribo esto no solo para acordarme antes que el tiempo se encargue en mi vejez de borrarme cada detalle de este lindo recuerdo, sino también de documentar ese instante santo que vivimos de la mano de Dios, con mi esposa y nuestro recién nacido hijo Gabriel!